¿Alguna vez has recortado o guardado algo que dejas a la vista para motivarte en todo momento, principalmente en los más difíciles, hasta que lo alcances?
Anasilvia Salazar así lo hizo, tenía un sueño, encontró algo que la mantendría motivada, lo recortó y guardó durante más de un año. Hoy es una profesional con una carrera exitosa y trabaja para aquel lugar que aseguraba nunca poder hacerlo. Esta es su historia:
Ella proviene de una familia con recursos económicos limitados, en San Antonio Huista, Huehuetenango, lugar donde estudió toda su infancia.
Desde el quinto grado de colegio, ella ya tenía claro que quería estudiar en la Universidad del Valle de Guatemala aunque estaba clara de que sería algo difícil no solo por la distancia de donde vivía sino por los gastos que esto pudiera significar para su mamá, quien estaba sola a cargo de su familia.
Un día encontró un anuncio en la prensa el cual hablaba de las oportunidades que la Fundación Juan Bautista Gutiérrez estaría otorgando a través de su programa de becas universitarias a 10 jóvenes que destacaran por su entrega y compromiso con sus estudios.
Sin embargo, uno de los requisitos era que quienes aplicaran a la beca debían estar en su último año de estudios y a ella aún le quedaba un grado más para cursar. Lejos de sentirse desmotivada, Anasilvia lo vio como la única oportunidad de iniciar con su carrera profesional así que recortó ese anuncio y lo guardó hasta el próximo año para hacer el intento.
El tiempo pasó, el año también y llegó el momento de aplicar, juntó toda la papelería y, en compañía de su mejor amiga, viajó a la ciudad de Guatemala para iniciar el proceso en la fundación.
Ella describe el momento en que llegó al lugar como desesperanzador pues habían más de 300 personas que también buscaban aplicar e incluso se sintió intimidada porque aseguraba que los demás estudiantes tenían un nivel educativo mucho más alto. Pese a ello, ella fue una de las seleccionadas para que continuara con la segunda parte del proceso el cual incluía entrevistas, visitas con el psicólogo y estudios socioeconómicos. Esto representaba que viajara constantemente a la ciudad con viajes de más de 700 kilómetros de recorrido de ida y de vuelta.
En una ocasión la llamaron para que asistiera a la última entrevista para aplicar a la beca, sin embargo tantos viajes anteriormente habían dejado ajustada a su mamá con los gastos por lo que le dijo que no podrían realizar el viaje.
“Yo le dije: mami, vamos esta última vez y si hay que hacer más viajes ya no continuaré con el proceso”, Anasilvia Salazar.
Su madre sabía del anhelo que su hija tenía por estudiar en aquella universidad así que hizo un último esfuerzo con el que pudieron ir a la Fundación Juan Bautista Gutiérrez por una última vez para que les entregaran una carta, la abrió y no pasó mucho tiempo para que las lágrimas empezaran a correrle. En ella decía que había sido beneficiada con una beca completa con la que ingresaría a estudiar Ingeniería en Computación en la Universidad del Valle de Guatemala.
Actualmente, ya se graduó de ingeniera y tiene 3 años trabajando en CMI (Corporación Multi Inversiones. Junto con un amigo, iniciaron un proyecto que busca generar empleo en Huehuetenango para todos aquellos ingenieros recién graduados para que no tengan la necesidad de dejar a su familia para conseguir un trabajo. Hace un mes contrataron a las primeras dos personas.
“Sabía que era muy difícil entrar a trabajar en CMI pero igual hice todo el proceso y pues gracias a Dios en 2014 comencé a trabajar para la corporación y desde entonces ha sido una experiencia enriquecedora. He crecido profesionalmente como yo nunca pensé que lo haría”, Anasilvia Salazar, beneficiada del programa de becas de la Fundación Juan Bautista Gutiérrez.